jueves, 18 de febrero de 2016

miércoles, 10 de febrero de 2016

La edad de las mujeres






De él se decía que siendo joven había pactado con el diablo que tendría siempre la misma edad que las mujeres a las que amara. Sin embargo, cuando fue acumulando años, a pesar de que había conocido a muchas mujeres, a algunas de las cuales doblaba la edad, nunca vio nadie que su cuerpo rejuveneciera y terminó muriéndose de puro viejo como cualquier otro. Parece que a lo largo de su vida nunca había amado realmente a ninguna y el diablo no se sintió obligado a cumplir su promesa.






martes, 2 de febrero de 2016

El paraíso de los deseos





"Hay un momento de la vida en que el alma que anida en el cuerpo, renuncia a sus vuelos, a sus locuras, a sus cielos, y se queda para siempre en la carne, como el pájaro que se quedase en el tronco del árbol, desengañado de alturas y de azules."

Francisco Umbral – Mis paraísos artificiales





Le conocí hace seis semanas, en una reunión de grupos católicos. Me dijo que estudiaba en el Seminario y yo, deslumbrada, sentí que me había enamorado y que lo amaba como nunca antes había amado a nadie. Desde entonces somos amigos y a pesar de que no vive en mi ciudad nos hemos llamado casi todos los días y nos hemos visto los fines de semana para charlar y tomar unas copas. Cuando le hablé de mi amor, me dijo que si no fuera seminarista compartiríamos nuestras vidas. Solo supe decirle que si no fuera seminarista no nos habríamos conocido. Hasta ahora, aunque veía que su vocación era fuerte, pensaba que quizás pudiera atraerlo insistiendo algo más. Pero no, ahora sé que es fiel a su fe y que se está alejando de mí. Mi deslumbramiento ha sido efímero, sólo ha durado las cinco semanas en que lo he sentido próximo. Han pasado ya siete días desde la última vez que hablamos y he comprendido que para hacer realidad el inhabitado paraíso de los deseos es preciso que antes el mundo entero se desplome y no me siento con fuerzas para ese empeño. Lo tengo decidido, pediré perdón y regresaré, alejándome de mis sueños, a la vida de sosegada monotonía de mi convento.